SERGIO CEA

El entrevistado de hoy es Sergio Cea, siendo natural de Palencia. A sus 32 años se muestra como una persona sincera, alegre y que siempre encuentra el lado positivo de las cosas. Aunque de inicio suele mostrarse algo tímido, acaba rompiendo esa timidez con las ganas de ayudar a cualquier persona de su entorno.

Es Graduado Superior en Informática, ha trabajado en varias empresas y en la Universidad de Valladolid. Actualmente está preparando oposiciones para buscar una estabilidad, y es probable que si las aprueba tenga que irse fuera por motivos laborales.

Lugar pendiente de visitar: Barcelona y Toledo.

Sus aficiones son pasárselo bien, viajar y conocer cosas (gente, arquitectura, lugares…)

El deporte va más allá del baloncesto y le gusta el fútbol y el tenis, ambos le parecen increíbles. 

“Soy muy bromista picando lo justo para que no se enfaden”. Le gusta leer en la tablet para distraer la mente (libro favorito el Símbolo perdido de Dan Brown).

Su lema es “Unas veces se gana y otras se aprende” y de hecho lo tiene grabado en su pizarra para recordárselo a sus jugadores, ni cuando ganas eres el mejor ni cuando pierdes eres el peor.

Lleva en la básquet desde el 2003 (5 años en chicos, 2 con chicas y 16  de árbitro tanto en femenino como masculino).

Confiesa que al decir alguna que otra verdad le descendieron de categoría arbitral, pero a veces en la vida ser sincero y honesto tiene su peaje en un mundo de hipocresía.

En la actualidad de Filipenses se siente como uno más desde el primer día. Es otro loco del baloncesto viendo videos, clinics, partidos… Según nos dice desayuna, come y cena con baloncesto. Sus amigos cuando empieza la temporada en septiembre ya se “despiden” de él hasta navidades, ya que el fin de semana es baloncesto y puede estar más de un mes sin verles.

¿Cómo se va ganando un entrenador el respeto de un grupo?

Creo que hay varios tipos de entrenadores como el entrenador sargento, en plan todos firmes y aquí se hace lo que yo diga, está el entrenador que no para de gritar… Yo me considero un entrenador exigente con los demás, porque lo soy conmigo mismo, pero siempre desde el respeto y la humildad. Es importante tener cercanía con los jugadores y hablar con ellos, ya sea una niña de 10 años o una senior de 35 años, hay que tratarles bien y ellos lo agradecen. Me gusta que el jugador también sea un poco autodidacta, para que se analice él mismo y se dé cuenta de lo que le ayuda a mejorar y eso se transforma en respeto. Un entrenador no debe ser un jefe, sino un líder para los demás. No es cuestión de mandar, sino que se crean lo que dices.

La diferencia entre géneros puede ser que las chicas razonan más, son más sensibles y tienen más inquietudes y por el contrario los chicos son más de hacer las cosas y ya (risas). Pero el fondo es el mismo, deben creer en ti y en tu trabajo.

¿Cómo logras que las jugadoras quieran ser parte de un todo?

La labor más complicada para un entrenador es que todos los jugadores estén a gusto, ya que cada uno somos de una manera, con nuestras manías, unos quieren unas cosas… El mayor logro para un entrenador de formación es que cuando acabe la temporada y empiece la próxima sigan todos los miembros del equipo y esto es más importante que los títulos.

Yo siempre pongo las cosas claras, digo como soy, lo que espero del grupo y de cada una de ellas. (siempre soy sincero y honesto en este aspecto). Al inicio de temporada, tengo una charla individual con cada jugadora en la que las digo lo que espero de ellas, y donde ellas me dicen lo que esperan de mí. También trato a todo el mundo igual, juegue mucho o poco. Aunque haya alguien que no juegue por no estar convocado procuro que entre en la dinámica del equipo, bien sea animando en el  banquillo, participando en las charlas… todos son importantes dentro de un equipo.

A la hora de llevar un equipo ¿te has encontrado con diferencias al llevar grupos de chicas o chicos, o depende más el factor de la edad?

Sí existe diferencia, quizás más en edades de formación son completamente diferentes en todo (manera de ser, actuar y comportarse). Los chicos son más “brutos”, les gusta competir y se “pican” más poniendo tapones, metiendo más canastas…(risas). Trasladado a la pista se transforma en competición, tensión y ambiente, hay veces que hay que cambiarles porque se les calienta la sangre muy rápido.

El equipo de las chicas es más calmado, son más “buenecillas”, no hay tanto pique, cuando un partido se pone un poco feo hay que estar pendiente ya que enseguida se vienen abajo, son algo de carácter volátil y a veces, me toca ejercer más de psicólogo con ellas e intentar picarlas para que compitan.

Antes eras árbitro y ahora entrenador ¿Nos cuentas cómo ha sido el momento de cambiar el silbato por la pizarra?

Durante los 12 años que he arbitrado siempre he procurado llevarme bien con todo el mundo, tanto jugadores como entrenadores. Uno de estos entrenadores, era mi amigo Luis Ángel Dueñas y un día tomando algo hablando de todo un poco, le dije que eso de ser entrenador tenía que ser bonito, todo de manera anecdótica.

No me lo había planteado nunca y él me dijo “¿en Filipenses?”. La verdad que cuando arbitraba me encantaba ir a Filipenses por el buen ambiente que había en el Pabellón y ahí quedo la cosa.

Al día siguiente me llama Luis y me dijo que pasase por la tarde para hablar con Matilde y así poder entrenar al año siguiente en Filipenses. Lo estuve pensando en casa y pensé que no tenía nada que perder, sopesando que había sido árbitro y ahora iba a cambiar de “bando” en un club al que había pitado.

Fui y estuvieron superencantados, me trataron genial y me transmitieron mucha tranquilidad. El cambio ha sido grande y aprendí a valorar más a Matilde, comprender y valorar todo el trabajo que hace.

¿Qué momentos especiales o anecdóticos recuerdas durante todos estos años?

Recuerdo el primer partido que arbitré con Fernando Alonso (ahora también entrenador de Filipenses) y solo sabía pitar las fueras y poco más. Coincidió que era un partido bronco con muchas técnicas y antideportivas, no sabía ni dónde meterme pero lo sacamos adelante.

Otro momento fue cuando ascendí a Primera Nacional, poder ver árbitros y jugadores de categoría ACB en torneos a los que me invitaban. En este tiempo de dos años recuerdo que arbitré al Real Madrid y había un chico delgadito de Eslovenia que se llamaba Luca Doncic, hasta vimos un partido en un bar juntos.

Ya como entrenador, durante estos 6 años, he tenido la suerte de llegar a 8 fases finales, ganando 3 de ellas. A veces no es lo que consigues, sino como lo has llegado a conseguir.

Como todo buen deportista, uno tiene sus manías ¿cuáles eran las tuyas como árbitro o ahora como entrenador?

Voy a romper el tópico y no me considero una persona muy maniática. Valeeee, como árbitro si tenía dos manías confesables, la primera era que siempre llevo un colgante de la suerte y antes de salir al campo siempre le besaba y la otra es que antes de lanzar el balón para que se efectuase el salto entre dos, siempre lanzaba el balón a la otra banda y me iba de un sprint a por él.

Como entrenador más que manías, soy rutinario y me gusta la misma manera de proceder en cada partido.

¿Te has planteado en alguna ocasión volver al arbitraje?

Como quien dice lo acabo de dejar. este año es el primero que ya no tengo la licencia de arbitraje. La falta de tiempo es lo principal, es algo que te sigue quedando dentro y alguna vez te entra el gusanillo de pitar. No cierro las puertas, pero ahora estoy muy centrado en la faceta de entrenador.

¿Qué objetivos o metas has tenido en tus distintas etapas deportivas?

A los 14 años comencé a arbitrar y enseguida despunté junto a otro compañero. En Palencia estábamos muy bien valorados y siendo un niño siempre te atreves a soñar con pitar en ACB, ser el mejor árbitro de Castilla y León o quizás de España. Al final también es complicado dar ese salto porque hay muchas cosas o situaciones que se te cruzan por el camino.

Ahora con 32 años siendo entrenador, intento seguir siendo el mejor trabajando para ello y, obviamente, me encantaría vivir de ello. Poder disfrutar cada día, mejorar en cada momento, ser parte de algo… sería algo increíble.

¿Cómo empezó tu relación con el mundo de la canasta?

Yo jugaba al fútbol, como todos los compañeros de mi clase y era uno más de los muchos que hay. Con 12 años vinieron unos chicos a darnos una charla sobre el arbitraje de baloncesto, confieso que no tenía ni idea de cómo se jugaba y mucho menos de sus normas.

Estaba algo cansado del fútbol y fuimos a probar, el primer año de formación se jugaba al baloncesto en un equipo íntegro de árbitros (simplemente se jugaba sin llegar a competir). Luego jugué 2 años la liga escolar y de junior, pero todo de manera amateur.

Como entrenador ¿qué te aporta a ti esta faceta y cual piensas que aportas tú a los equipos?

Me aporta alegría, trabajo, esfuerzo, superación... Me lo paso genial y es algo que me encanta, ya sea un partido de liga escolar o autonómica, siempre tengo esos nervios de antes de cada partido. Siempre he dicho que el día que no tenga esa sensación, ese será mi último partido como entrenador, ya que habré perdido toda la ilusión. Me sirve de vía de escape a un día malo en el trabajo o con la familia, como les podemos tener todos.

Yo creo que aparte de los conocimientos de baloncesto, creo que es también importante aportarles cercanía y confianza. No sólo me quedo dentro de la pista, también les apoyo fuera de ella con temas de exámenes, familias, parejas... Me gusta ayudar y que me pidan ayuda. A día de hoy hay jugadores que ya no entrenan que me siguen pidiendo consejo simplemente para charlar o te ven y te dan un abrazo.

Antes como árbitro y ahora como entrenador, estás acostumbrado a manejar o sobrellevar distintos tipos de personas relacionadas con el baloncesto ¿Hay diferencias entre alguna?

Siendo el árbitro siempre eres el malo de la película, si un equipo pierde parece siempre que es por mi culpa. Yo siempre he tratado a la gente con humildad y respeto, salvo que hubiese entrenadores que desde el inicio no quieren dialogar y pierden las formas.

Eso sí, el típico derbi Filipenses vs Maristas y que el público estuviese callado, me aburría como una ostra(risas). Es bueno que esté lleno hasta la bandera y me gustaba la presión, me crecía y lo hacía mejor. Manejar a los entrenadores de Palencia es fácil porque ya sabes de que pie cojea cada uno, con los de fuera era más complicado y con los jugadores igual. Somos humanos y nos equivocamos, pero nunca ser prepotente y es una cosa que detesto en cualquier persona.

Como entrenador, es complicado liarla y es más hacer entender a los jugadores que los árbitros se equivocan al igual que ellos fallan los tiros, pero siempre dialogando. Quizás porque este pasado de árbitro me ha servido para comprender mejor su labor.

Hasta aquí otra nueva entrevista en “Más que Basket” de la cual se puede sacar parte de los valores que tiene el entrevistado y que de vez en cuando nos los tienen que recordar. Cualquier entrenador debe ser antes formador de personas y luego de jugadores. Creo que las personas entrenadas por Sergio tienen un buen espejo donde aprender cómo se deben hacer las cosas tanto deportivas como las facetas personales.